La yogurtera

El operario de la empresa cuyo departamento de mercadotecnia presume de incorporar a sus procesos la inteligencia artificial elabora sus productos con el pantalón caído y un palillo en la boca.

A finales de los 80, con las cocinas ya equipadas de abrelatas eléctricos, exprimidores eléctricos y afiladores eléctricos, prosperó la yogurtera.

Con la peor ratio tamaño/utilidad del mercado y más perspectivas de trastero que la ropa de invierno, la yogurtera, con su doble enigma (apenas sabemos qué diantre es un yogur) se abrió camino en la lista interminable de nuestras necesidades inaplazables. La yogurtera. Jamás vi una.

Observen:

Creado con inteligencia artificial y sin inteligencia de la otra

No lo parece, pero es un monorraíl. Un crecepelo. Una yogurtera. El aspecto cambia, pero el mecanismo psicoeconómico es el mismo.

Todas las medidas que propone la nueva educación tienen al menos 100 años. La mayoría tienen más de 2000.

Los cambios disruptivos en lo tecnológico son casi siempre una mentira, una paparrucha. Los cambios disruptivos en lo psicológico son siempre una mentira, una paparrucha: somos idénticos a Héctor.

Lo que de verdad importa es lo mismo que importaba cuando los griegos: el amor de mis padres; perdonar y ser perdonado. Despistar a la parca un tanto más.

También el furor que provoca en nosotros lo nuevo. Lo nuevo no tiene importancia, porque es efímero. Entender por qué nos fascina es vital, porque siempre estuvo ahí.

Es de locos echarse en brazos de la rabiosa actualidad, porque se desmolecularizará con la misma virulencia con la que llegó. Si no permanece no merece nuestra atención: el tiempo que invirtamos se reducirá a polvo. A toda yogurtera le llega su licuadora. Pensemos más bien en lo perenne: las melenas onduladas de Botticelli. Cómo detectar la traición. El espejo de la dama de Shalott.

Cansados por y de la guerra, los soldados anatolios llegaron a la playa y quedaron maravillados por la ofrenda. Nadie había visto nada así: se hizo urgente tomar posesión. Era el último grito en escultura ecuestre: un hermoso caballo hecho de cuadernas.

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