Resiste, Pedro

Cuando parece que el mundo está contra ti es cuando los hombres verdaderamente geniales saben brillar.

El destino, a menudo agraz con los grandes, te ha puesto trampas ante las que el hombre común habría claudicado. Te ha dado, sin tú saberlo, un número 2 corrupto, un número 3 corrupto, un hermano con dificultades para encontrar su puesto de trabajo, una mujer que trapichea con empresas y universidades. Un suegro proxeneta. Ahora dicen que amañaron las primarias para hacerte ganar (los que estaremos aquí hasta el final sabemos que lo hiciste por guapo). Hasta te escribieron la tesis sin tú saberlo. Malditos.

Cuando te falten las fuerzas recuerda los golpes gorilescos de Mahesú, el apoyo desinteresado de etarras y supremacistas, las lágrimas de Chivite. Tienes que resistir, Pedro, porque muchos dependen de ti. ¿Qué hará Margarita sin tus humillaciones, Hernand sin tu suela, Charo sin tu póster? Aguanta, Pedro, por lo menos hasta que desmontemos la Cruz. Aguanta un poquito, hasta que te rescate Lo País o Broncano (ay, pobre Broncano) o el voto por correo. Aguanta porque Franco.

Tienes que aguantar, sobre todo, porque no será hasta el final, hasta el último párrafo de la última página, cuando entendamos realmente quién eres, cuando comprendamos lo lejos que estamos todavía del cubil de la bestia y recibamos la benéfica lección de que un sistema democrático puede albergar monstruos. Necesitamos hasta el último punto de la última página. No te vayas ahora. Ya no.

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