De Nerón a Trump

Nada nuevo bajo el sol.

Verán. A mediados del siglo I Boudica y Prasutago reinaban de forma más o menos tranquila sobre los icenos, una tribu del este de Britania. De forma más o menos tranquila porque vivían en alianza con Roma, es decir, con Nerón, que gobernaba desde el año 54.

Prasutago debía dinero a Roma, no sé si les suena, y estableció que a su muerte el reino quedara dividido entre el imperio y sus dos hijas, Isolda y Sorya, quienes aparecen junto a su madre Boudica en la estatua frente a Westminster que encabeza esta entrada.

Héteme aquí que a la muerte de Prasutago, Roma (¡oh, sorpresa!) no respetó el acuerdo y se apropió de todo el territorio a la manera romana: azotaron a la reina, violaron a sus hijas y convirtieron a los nobles en esclavos.

Excepto por la traición, nada acerca las dos historias que nos ocupan. Hasta que pensamos en los motivos, claro. Siempre son los mismos motivos.

En Britania abundaba el plomo, que Roma necesitaba para cañerías, objetos de peltre y hasta ataúdes. Hay plomo britano en Pompeya. En Britania había plata, que Roma utilizaba en la mayoría de sus monedas. Cobre para broches, cucharas y estatuillas. Oro, hierro, carbón, estaño…

En Ucrania, ya lo saben, se encuentra el 5 % de las reservas mundiales de cobre, litio, níquel, cobalto, grafito y muchos otros minerales clave en la pedantescamente llamada «transición energética». Para 2030 (¿de qué me suena a mí el año?) la demanda de estas materias se habrá triplicado.

Es una buena idea estar al día del algunos ―no demasiados― acontecimientos de la actualidad. De algunos caracteres, algunas formas de pensar, algunas psicologías y mecanismos políticos de rabiosa actualidad, como Nerón y el imperialismo. Estén al día; lean historia.