Tenemos los políticos que merecemos

Si pagando un 40 % de impuestos aceptamos que cuando vienen mal dadas (cuando, por ejemplo, llega el agua y nos llena de barro la casa) quienes nos limpien las calles y las casas y nos den alimento y abrigo sean nuestros vecinos y no nuestros gobernantes (servidores públicos) puestos de rodillas y rascando el lodo con las uñas es que tenemos exactamente los políticos que merecemos.

Que el Estado de la 15.ª economía mundial no haya sido capaz de organizar una respuesta colegiada y poderosa ante una tragedia como la valenciana y como consecuencia de esa inacción no hayamos ido a la plaza de Manises y a la Moncloa con antorchas a exigir que nuestros gobernantes servidores comiencen a recoger el barro con la lengua lo único que indica es que tenemos instalada en el tuétano una sumisión servil que ya quisieran para sí los cortesanos de la primera dinastía egipcia, que se dejaban enterrar vivos con el faraón.

El ejército español cuenta con 120 000 efectivos. El Gobierno español, a través de su agencia de publicidad (RTVE), paga 14 millones al año al palmero televisivo de su amado líder. En ese mismo escenario los españoles dependemos de la caridad de nuestros convecinos para contrarrestar los efectos de una catástrofe como la valenciana, y si protestamos somos ultraderecha. Si podemos tragar con eso podemos tragar con todo, y ellos lo saben.

Un país sin ciudadanos

Ellos (que llevan gobernando España desde 1982) saben que esta versión del turnismo funciona porque vienen los fachas o porque vienen los rojos, alternativamente, y como el habitante de España (no el ciudadano) tiene como principal gasolina electoral el odio y el miedo y ellos fomentan ese odio y ese miedo, el turnismo, una vez superada la crisis de la pasada década, tiene un futuro más esplendoroso que la cuenta corriente de Broncano.

Que Sánchez y Mazón sigan a estas horas en la poltrona solo se entiende porque vienen los fachas, o los rojos, y porque en España esa clase media ilustrada y pequeñoburguesa que tiene biblioteca en lugar de redes sociales no es más una minoría menguante en lugar de aquella mayoría que una vez soñó ser. Porque entre la amenaza de rojos y fachas que vienen y van y una población (pero no una ciudadanía) que se debate entre el sesgo y la ignorancia absoluta, la próxima vez que nos pongan una urna delante tenemos toda la pinta de ir a votar a la misma caterva de facinerosos que se reparten al azar las siglas porque que gobierne siempre el mismo partido (que es lo que en realidad ocurre) queda feo.

Esta reata de políticos iletrados que elegimos entre todos y a los que pagamos entre todos para que sigan desmontando nuestra democracia en nuestra santa cara no son de los nuestros, pero los ponemos ahí nosotros, y mientras esto no apunte a una elección meritocrática que tenga en cuenta algún logro, algún mérito, no sé, como escribir las propias tesis o al menos saber escribir, las futuras generaciones, que tratarán de encontrar alguna explicación a por qué nos dejábamos gobernar por delincuentes, solo encontrarán en nosotros una respuesta mecánica, inane, como de tonto del pueblo: «Es que venían los fachas».

P. S.: «Si necesitan más recursos que los pidan», dijo el faraón, sin saber que al decirlo estaba respondiendo por fin a la gran pregunta: «¿Cómo me recordará la historia, Màxim?». Y no me vengan con que estaba poniendo los recursos a disposición de la Comunitat, porque observen la diferencia: el rescate de Globalia estaba ultimado ya el 8 de agosto de 2020 cuando se pidió oficialmente dos días después, el 10 de agosto. Ahí no; ahí no hizo falta ni pedirlo.

Los 15 000 milloncejos

Vamos a intentar hablar con propiedad. Comprar los 7 votos de ERC nos va a costar a ustedes y a mí 15 000 millones de euros. Más de 2000 millones por voto. Me parece caro, sobre todo teniendo en cuenta que lo que estamos comprando es la permanencia de un tipo incapaz de distinguir a estas alturas la verdad de la mentira.

Que digo yo que si estuviéramos comprando el indulto de Sócrates, lo mismo salía a cuenta. Pero 15 000 millones por la poltrona del Sombrío me parece excesivo. Como le dé por ser rey (su no tan secreta aspiración) la factura se nos pone imposible.

Son cifras altas: intentemos comparar, es decir, establecer su coste de oportunidad. El presupuesto de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, por poner un ejemplo, ha sido de 574,63 millones de euros para 2023. Veintiséis veces menos.

Que un Gobierno que presume de social y solidario se gaste 26 veces más de mi dinero en mantenerse en el poder que en cooperación y desarrollo a mí me parece un insulto. Llevar agua a quien no tiene agua tiene que ser más importante que comprar votos para mantener a Sánchez en el poder. Si no, todo está mal.

Pero esperen, que con comprar los votos de ERC no es suficiente. Quedan los otros independentistas, los proetarras, los que recogían las nueces y los gallegos, que aunque no hacen falta algo les caerá. Sumar entiendo yo que se lo irá llevando muerto desde los ministerios que les regalen.

Ahora pensemos de dónde sale. Pagamos de media un 39,5 % de impuestos de nuestro sueldo. Directamente. Un 40 % para Junqueras. Con el 60 % restante voy a echar gasolina. Habiendo pagado ya el 40 %, sería de esperar que me dejen comprar la gasolina sin más mordidas… pues no.

Cuando introduzco el boquerel en el depósito de mi utilitario aparece Junqueras junto al maletero y, arrodillado, señala hacia su boca abierta. Nene tiene sed. Del 60 % que me deja Hacienda, ahora palmo el 47 % regando al golpista. Un 28 del total. Me queda, por tanto, el 32 % de mi sueldo para comprar la gasolina. De cada euro que gano, con 32 céntimos puedo hacer lo que quiera. El resto es para pagar los votos de golpistas, filoetarras, recogedores de nueces y la del cobete.

No sé, pero a mí esto me pone un poco tenso. Si a lo anterior le añadimos que para que Sánchez gobierne va a ser necesario conculcar lo que nos separa de vivir en un estado salvaje, es decir, la Constitución, la cosa me pone bastante más tenso.

Uno nunca sale de casa hasta que sale. Los ciudadanos de orden no nos enfadamos hasta que lo hacemos. Pero entonces la revuelta no es la de cuatro pijos catalanes quemando un contenedor para que les paguemos la deuda (¿quién querría independizarse mientras los reguemos de dinero a este ritmo?).

Si nuestros servidores no respetan la ley estarán justificando que el pueblo, soberano, tampoco lo haga. Sánchez ha puesto a España en un brete secular. Quizá el poder judicial respete su nombre y ponga coto a las actividades delictivas de este Narciso desatado. Si no lo hace, España se va a poner muy difícil.

Por qué le vamos a perdonar al PSOE todo esto

Porque siempre lo hemos hecho.

Imaginen un partido político que en 1934 organizara una revolución (pueden llamarlo golpe de Estado, levantamiento o estallido de una guerra civil, como lo consideró el Gobierno) contra el Estado constitucional de la Segunda República española, revolución durante la cual se asesinara a guardias civiles y religiosos. Durante la cual se volara el barrio comercial de Oviedo, la Universidad o la Cámara Santa de la catedral de la capital de Asturias. Un golpe de Estado (en Mieres ya se planeaba marchar hacia Madrid) que solo se diferenciaría del de julio del 36 en que este cuajó y aquel no.

Imaginen que, sobre el golpe, Josep Pla hubiera escrito en La Veu de Catalunya: «Esta es la obra del socialismo y del comunismo en comandita con los hombres de Esquerra Catalana. Han sembrado por doquier la destrucción, las lágrimas y el cieno. Cuando se ve Oviedo -como yo acabo de verla- en el estado en que se encuentra, no hay justificación posible de la política que ha provocado semejantes estragos».

Imaginen que dicho partido político concurriera actualmente a las elecciones legislativas de España bajo las mismas siglas que entonces (hasta Herri Batasuna tuvo que cambiar de nombre) y que, de hecho, fuera el partido político que más años ha gobernado en nuestra última democracia. Difícil de imaginar, ¿verdad? Pongamos, solo como hipótesis, que dicho partido se llamara PSOE.

Imaginen que el secretario general del PSOE que organizó el golpe de Estado del 34 fuera venerado por el partido actual, y que incluso tuviera una placa y una estatua en las calles de Madrid (Memoria Democrática, solo para algunos). Por cierto, que Largo Caballero también había colaborado con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Un marxista no le hace ascos a ninguna dictadura, y si no pregúntenle a Víctor Manuel.

Largo Caballero, golpista bueno. Cerca había una estatua de Franco cuya retirada le obsequió el PSOE a Santiago Carrillo (otro pacifista) por su 90 cumpleaños

Imaginen que el fundador de ese partido (imaginen, a pesar de lo inverosímil del asunto, que se llamara Pablo Iglesias) hubiera amenazado en 1910 y en sede parlamentaria al expresidente del Gobierno Antonio Maura con un «atentado personal».

Imaginen que una diputada de dicho partido, llamémosla Margarita Nelken (quien, ya que estamos, paradójicamente votó en el Congreso en contra del voto femenino) hubiera dado cobijo a uno de los matones que acabó con la vida del diputado Calvo Sotelo, o que quien apretó el gatillo, Luis Cuenca, fuera guardaespaldas del otro miembro del PSOE detrás del golpe del 34, Indalecio Prieto. Este también tiene estatua, al lado de la otra joya.

Todo esto ocurrió, insisto, antes del 18 de julio del 36.

El PSOE, que no para de utilizar la dictadura como arma arrojadiza ante partidos que nunca se han declarado herederos políticos ni ideológicos (difícil que un dictador tenga ideas) de Franco, quizá debiera explicar por qué ellos sí se pueden sentir orgullosos de los paseíllos a medianoche o de levantarse contra la Constitución de 1931.

Esta mañana un concejal del PSOE le ha puesto la mano en la cara al alcalde de Madrid, que Dios sabe que no es santo de mi devoción, durante un Pleno del Ayuntamiento. La mano en la cara.

En 1979 el PSOE abandonó el marxismo como ideología oficial, y en 2004 Zapatero, quien alardearía de ser «rojo», se convirtió en presidente del Gobierno. Esos 25 años constituyen la excepción en la historia del PSOE, lo demás es su verdadera esencia. Son González, Rosa Díez, Leguina o Redondo Terreros quienes habitaron una isla socialdemócrata. Lo demás, de Casa Labra hasta hoy, es un océano de socialismo a la soviética.

Pactando con terroristas y golpistas, el PSOE no se está radicalizando ni está traicionando sus principios, sino volviendo a sus orígenes. A Sánchez se le puede afear no tener conciencia o ser Narciso redivivo, pero de lo que de ninguna manera se le pude acusar es de no ser un digno secretario general del Partido Socialista Obrero Español.

P. S.: La primera imagen corresponde a la Universidad de Oviedo tras las reformas acometidas por socialistas y comunistas. Parecida están dejando la facultad de Políticas en Somosaguas.

Sánchez y Mbappé, mejor cuanto más lejos

¿Recuerdan aquella potencial pareja a la que pretendieron y que nunca les dejó las cosas claras? ¿Recuerdan aquel amigo a quien mandaron a pastar cuando constataron que la amistad era unidireccional? ¿Han conocido alguna vez a algún verdadero narciso, un total sumidero de tiempo y atención? Seres cuyo comportamiento no entendemos porque, mientras cada cual teme la soledad, la muerte o cruzarse con el Madrid en Champions, ellos se dedican exclusivamente a huir de la indiferencia de sus congéneres. Humanos cuya única aspiración, más allá de cualquier ética o programa vital, es estar en el candelero. Vivir en el candelero.

Seres con un aspecto muy similar al nuestro, pero que en lugar de agua u oxígeno necesitan atención para sobrevivir.

Mal que me pese, el factor psicológico es siempre más explicativo que el político, el sociológico o cualesquiera otras razones de nuestros actos.

El pasado 28 de mayo el PSOE cosechó un sopapo electoral considerable. Al día siguiente y de forma sorprendente, su amado líder convocó elecciones (saltándose la Constitución, por cierto) para el 23 de julio; un espaldarazo para la industria turística. Inmediatamente toda la atención de los medios fue para él.

El pasado 10 de junio el Manchester City ganó su primera ―y esperemos que última― Copa de Europa. Dos días después Kylian Mbappé comunicó al PSG que no continuaría más allá de su contrato actual (junio de 2024). En los mentideros futbolísticos dejó de hablarse de otra cosa, incluso de Haaland. Incluso de la capacidad celebrística de Grealish.

¿Ven el paralelismo? Sufre innecesariamente quien se devane los sesos buscando la estrategia política detrás del adelanto sanchil. Camina por senderos tortuosos quien pretenda interpretar la carta del veleidoso parisino. Sánchez adelantó las elecciones porque era la única manera de robarle el foco a Ayuso. Sustituyan Ayuso por Haaland y tendrán el móvil de la carta de Mbappé.

El paralelismo de los comportamientos ayuda a dilucidar personalidades, explica sus hechos futuros y desde luego deja una conclusión urgente: tan irresponsable sería dejar el Gobierno de España en manos de uno como traer a la delantera del Madrid al otro. Es cierto que el 7 es infinitamente mejor en lo suyo que el socio del partido de los etarras; no ya como presidente, cargo en el que es aun menos de fiar que Rajoy, sino como candidato electoral: nunca ha conseguido igualar los 125 escaños de Almunia, y solo Iglesias, Largo Caballero y Prieto lo hicieron peor. Bonitos espejos en que mirarse.

Pero no es menos cierto que la infelicidad persigue a quienes rodean al narciso, por bueno que sea en lo suyo. Observen a Eco en la pintura de Waterhouse que abre esta entrada: desesperada por la indiferencia del imbécil de Narciso, que se permitió el lujo de reírse de ella, la ninfa terminó sus días en una cueva eludiendo el contacto humano. Pues bien: Eco somos nosotros si no nos libramos de esa doble amenaza.

Y es que a Mbappé solo le importan la Copa de Europa o el balón de oro en la medida en que lo convirtieran en ojo de huracán. Como de momento no lo necesita, le importan un rábano. Y qué decir del azafrán de la paella, el Hilarión de La verbena, el caudillo de Tetuán. No es que le parezca aceptable negociar con terroristas, que le parece, es que nos anexionaría a Rusia si le prometieran ser gobernador vitalicio; daría un brazo ―de su mujer, me temo― por ser un centímetro más alto que el rey. Ojalá no le votara ni el autor de su tesis.

P. S.: Afrontemos el futuro a la inversa, desde el optimismo: imaginen librarse en menos de un mes del triple lastre de Hazard, Asensio y Sánchez. Imparables.

Consejos vendo

… que para mí no tengo. Parece cada vez más acusada la tendencia de los políticos a meterse en ámbitos de nuestra vida que deberían ser intrínsecamente intocables y doblemente intocables para ellos: los relacionados con la ética. El Estado no debe decirme bajo ningún concepto qué pensar; debe limitarse a desarrollar en mí una conciencia crítica, y eso solo porque por estos lares existe de momento una educación pública. Leer, sumar y pensar por mí mismo. Lo demás es injerencia.

De dicha injerencia, la que más ascopena produce es la de los Ayuntamientos. Corporaciones cuyo objetivo principal es la prestación de servicios tan prosaicos como necesarios (recogida de residuos o seguridad, entre otros) tratando de explicarnos qué forma de pensar es buena y cuál es inaceptable. Pero ¿habéis visto cómo tenéis la calle? No sabéis recoger las hojas en otoño pero os voy a confiar las respuestas a los asuntos más procelosos de mi existencia. Sí, hombre.

Doblemente intocable para los políticos porque los políticos son a un comportamiento ejemplar lo que el Nou Camp a los buenos modales. Seres cuyo comportamiento cotidiano incluye puñaladas por la espalda, perjurio, inhibición de responsabilidades, hurto, agrafía, disimulo, contradicción y absentismo laboral; seres cuyo fin último parece ser el de dificultarnos la existencia y es sin ningún género de dudas el de enfrentarnos; seres con la estatura moral de una hiena sintiéndose legitimados para regir nuestra conciencia: eso no es ya improcedente sino un insulto a nuestra inteligencia (lo de que insulten mi inteligencia me recuerda mucho a que un tipo con avión privado me diga que recicle, pero eso no toca hoy).

Es evidente que este rapto de indigación dimana del comportamiento que unos y otros están teniendo en una de las cámaras del Parlamento durante estos días y que si Dios quiere (¿o esa expresión solo se puede utilizar cuando lo que ocurre nos conviene?) culminará hoy con la investidura de un magnífico candidato al premio Fernando VII.

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Representación perfecta de Sánchez, el hombre que quiso reinar

Y cuidado, porque no me refiero solo a lo que mi sesgo ideológico sugiere: de los independentistas espero que quieran independizarse y de los comunistas que quieran eliminar las garantías que proporciona una democracia liberal. Lo dice el nombre. Del PSOE (no me digan que no creen que Sánchez piensa que las dos primeras iniciales son en su honor), uno ya no sabe ni qué esperar porque lo mismo te afea la trayectoria que te besa de tornillo. También me refiero a los indignadísimos. A los que votaron en contra cuando UPyD propuso ilegalizar a los partidos proetarras (qué mala es la hemeroteca) y hoy se deshacen en insultos cuando esos partidos que gozan de tribuna porque ellos se la dieron van y la utilizan.

La primera vez

Lo que me lleva a mi objetivo: cuando uno da el primer paso en la dirección equivocada, el resto va sobre ruedas. ¿Se acuerdan de lo que cantó Mecano: «La primera vez apenas me gustó / Fue por la nariz / Por no decir que no»? Pues eso. Hoy es el momento de recordar que, para defender la doctrina Parot, Rajoy mandó a Europa al mismo prenda que había mandado Zapatero, que viene a ser como pedirle a Guardiola que entrene a España. De que el PPSOE (hoy más que nunca, no se dejen engañar) lleva años cambiando el apoyo nacionalista por pasta, por esa pasta que según Carmen Calvo «no es de nadie», vamos, lo que en mi casa se llama comprar.

Porque cuando se permite a un gachó que trocee la Constitución en sede parlamentaria (lo que significa, le pese a quien le pese, que los representantes del pueblo no creen que el poder resida en el pueblo), el daño ya está hecho. Cuando se escuchó a gente presuntamente razonable decir respecto a la negociación con los asesinos que «Bueno, si así dejan de matar» o defender que el Gobierno se sentara con ellos «porque todos lo han hecho» deberíamos habernos parado a pensar si nuestra exigencia moral depende de quién sea el candidato a investir.

Tan cierto es que la política es el arte de lo posible como que ciertos límites de dignidad no deberían ser traspasados nunca. A Rosa Díez se le podrán achacar muchos defectos, pero no el de modificar su discurso en función de las oportunidades. Siempre he pensado que la práctica desaparición de UPyD es una metáfora perfecta de nuestra integridad: el que probablemente fuera el partido político menos sujeto a los vaivenes de la conveniencia estaba destinado a durar poco en un país como este.

Menos rasgarse las vestiduras en los días grandes y más estar atentos a las pequeñas infamias, que son las que de manera inequívoca definen un carácter.

El PSOE pródigo

El error que el PSOE parece haber comprendido es que el «cordón sanitario» que tendió durante mucho tiempo en torno al PP tenía un efecto no deseado sobre su propio partido.

Al echarse al monte, al intentar deslegitimar al PP, al utilizar la estrategia del abuelo del Zapatero (al que probablemente ningún votante del PP recuerde haber matado), lo que hicieron los muy lumbreras fue dejar a los populares no ya el centro político, sino todo lo que estuviera intramuros del sistema.

De lo que no se habían dado cuenta en Ferraz es de que la estrategia (el primero en utilizar la expresión cordón sanitario en un contexto político fue Clemenceau para referirse al aislamiento del comunismo tras Versalles) no solo trataba como un apestado al PP, sino también a sus más de once millones de potenciales votantes, algunos de los cuales han votado socialista en el pasado. De repente el PSOE se quedó en tierra de nadie: por un lado había establecido la intolerancia ante la corrupción como cleavage electoral, sin querer aceptar que en ese acantilado compartía cornisa con las gaviotas corruptas; por el otro intentaba codearse con la izquierda radical y los independentistas, sin asumir que a desharrapados no pueden competir con los falsos perroflautas podemitas (en realidad son niños mal de familia bien) y que la base social que solía votarlos enarbola mayoritariamente la rojigualda, por mucho que Zapatiesta intentara desteñirle un trocito.

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—De esta hundimos al PP, tú sígueme el rollo. Jijijí.

Ante el entusiasmo con que ZP primero y Sánchez después habían navegado hacia el abismo, los propios comunistas tuvieron que pararles los pies. «En las barricadas no hay sitio para todos», debieron pensar: primero fue Iglesias y la cal viva y ayer todo el bloque radical gañendo cual lechones. Lo de ayer (un PSOE boqueando en busca de oxígeno, tirando de orgullo tras el rebuzno rufianesco, las bancadas populares y ciudadanas brindándoles su apoyo) fue profundamente simbólico: el regreso del socialismo a los márgenes constitucionales que por derecho propio —y los derechos conllevan obligaciones— constituyen sus propios márgenes.

Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado.

Lucas 15: 23-24

P. S.: Sobre el podemismo bipolar que es capaz de sitiarse a sí mismo y llamar «putas» a las mujeres que no piensan como ellos, mejor otro día, que hoy no me he tomado el antiácido.

Entendiendo el 26-J

Lo estabais esperando. Aquí está mi interpretación libre (pero con la moderación y templanza que me caracterizan) del evento de ayer.

El ganador de los comicios fue Cela, que dijo aquello de «en España, el que resiste gana». Si la táctica favorita de Rajoy (el de gran cachaza) era la inacción, a partir de ahora se va a mover menos que la guardia de Qin Shi Huang.

Rajoy

Sánchez (el que sonríe al viento) es un tipo estupendo. A Sánchez lo pones en el Titanic y el tío lo mismo te suelta que «peor quedó el iceberg». Necesitamos más gente optimista. Está a 91 escaños de la mayoría absoluta, pero con Pablo Iglesias (el otro) el PSOE sacó solo un escaño en 1910 y nadie lo critica.

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Los que son comunistas pero ya no lo dicen se presentaron con los que son comunistas y lo mantienen. Errejón (el de fino cutis) previno a Iglesias (de luenga guedeja) de que no era tan buena idea como parecía, y parece ser que tenía razón, porque despistaron a comunistas, excomunistas, pseudocomunistas y tardocomunistas. Una pena, porque habría sido una ocasión estupenda para comprobar si Garzón (de gesto adusto) dispone de músculos risorios.

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Rivera (el de brazo fornido) tuvo dificultades para posicionarse ante el electorado, y sobre todo para que el electorado supiese quién era el enemigo de Rivera. En política eso es muy importante, porque tener el mismo enemigo que los votantes te une mucho a ellos. Un odio en común establece vínculos más fuertes que un mismo afecto.

Rivera.pngLa cuestión es que estamos igual que en diciembre, pero hemos gastado mucho más dinero y perdido más tiempo, que son las dos funciones básicas de la política.

Y lo más importante es que, en contra de lo que te digan los de enfrente, y tanto si has votado cachaza o guedeja, has votado bien. Has hecho muy bien en votar a quien te haya parecido, o en no votar: ser demócrata no es presumir de serlo, sino respetar las opiniones de los demás. Las incomprensibles. Las que nos encocoran. Lo demás es blablablá, y del peligroso.