
Va, seamos francos. Luego vienen Crimen y castigo y el Ulises y Murakami y hasta Foster Wallace si hace falta (que hace), pero lo que a muchos nos inoculó el veneno fue leer a Dumas y a Verne y a Ende y a otros por el estilo.
La primera vez que robamos aquel libro de las serpientes enroscadas y nos subimos al desván del cole (hacía un frío pelón) lleno de esqueletos y ratones y nos fumamos las clases y el aburrimiento. O cuando entramos en París con D’Artagnan. O al sobrevolar África en globo. En ese momento nos hicimos lectores.
Lo digo porque hay ensayos novelados que nos la quieren dar con queso. Magistrales, muchos de ellos. Libros que pueden cambiarte la vida. Huxley. Orwell. Houellebecq. Novelas de tesis, en su mayoría. Pero que no envenenan. El veneno es otra cosa.
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Publicado por Sergio C. Yáñez
Sergio C. Yáñez nació en Madrid en 1977. Es licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, tiene un máster universitario en Política y Democracia y es doctor en Arquitectura. Asimismo ha realizado un máster en Edición. Es profesor en el Aula Hospitalaria de la Unidad de Hematología y Oncología Pediátrica del Hospital Universitario HM Montepríncipe y enseña Lengua, Literatura y su Didáctica en la Universidad Francisco de Vitoria. También ha colaborado con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Es el autor de la novela La mano y del libro de relatos Púgil con bombín, ambos publicados por la editorial Alhulia, y participó en la colección de relatos Amores canallas, publicado por la editorial Sial Pigmalión.
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