Velázquez y Goya nos explican por qué el Madrid debería jugar la Premier

La facilidad con que un pueblo justifica la violencia determina su distancia de la civilización.

El 12 de febrero de 2022, hace más de un año, el exmadridista Albiol vio venir al madridista Vinícius y le incrustó el codo en la nuez dentro del área. Según su versión al final del partido y como en el chiste, Vinícius se dio contra su codo. El VAR opinó lo mismo: Vinícius impactó con su nuez sobre el codo del exmadridista Albiol.

El día es importante, porque le proporcionó al futbolista de la Liga la certeza de que pegar a Vinícius no solo sale gratis sino que es recomendable, pues Vinícius representa la excelencia madridista y España detesta la excelencia en general y la madridista en particular. Tener un jugador de blanco al que odiar representa para el antimadridista una válvula de escape, una terapia económica, un palo que morder mientras el odio lo devora.

Albiol se puso matón en el área y luego se puso matón con el micro: «Si le doy un codazo lo saco del campo». Es lo que tiene el matón cuando no se siente amenazado por la ley, que se pone chulo.

Casi un año después pudimos escuchar ese mismo tono chulesco en Francisco Javier López Álvarez, alias Patxi López, cuando le preguntaron quién estaba en la cena de Ramses (ignoro por qué no le ponen tilde, debe de estar en jeroglífico) y él contestó, tan chulo como intocable: «Qué más te da». En un país en que una ministra comunista que saca a violadores de la cárcel sigue en el cargo, la impunidad no puede resultar una sorpresa. Que los comunistas, por cierto, saquen a delincuentes de la cárcel no es un error un error de cálculo ni una muestra de estupidez, sino parte de su naturaleza, pero de esto hablaremos otro día.

¿Qué país es ese que permite al violento salir victorioso, que justifica la agresión al excelente y además le culpa por ella? «Es que es un provocador», dicen de Vinícius. No obstante, lo único que tienen contra él, por mucho que hable sin taparse la boca, es haberle dicho a Ferran Torres que es muy malo, lo cual es cierto; a Busquets que estaban fuera de la Copa, lo cual es cierto; y según el testimonio del Chimy Ávila (que es de Osasuna) a Osasuna al completo que es un equipo pequeño. «Cuya afición pita su propio himno», le faltó. Según la España antimadridista y parte de la madridista (¡…!), esto justifica la violencia que ejercen los demás jugadores sobre Vinícius. Lo justifica porque la rodilla de los opinadores no es esta rodilla:

La foto es de Javier Gandul. La guadaña, de Maffeo. Recuerden que hay VAR

Maffeo, del Mallorca, no recibió amarilla por la falta que antecede. Es difícil de ver, como pueden comprobar. Bosque de piernas. Interpretable. Fronteriza. No recibió amarilla. Le puede dar más, le puede dar mejor.

Pero es que Vinícius le dijo a Ferran que es muy malo; merece morir (no exagero, se lo han deseado en más de un campo). ¿Les suena ese «algo habrá hecho»? La actitud que estamos teniendo como país hacia Vinícius nos representa sobradamente. «Llevaba la falda muy corta».

El domingo en Mestalla expulsaron a Vinícius porque le pareció mal que Hugo Duro le agarrara del cuello y le soltó un soplamocos, es decir, que se defendiera. Roja correcta a Vinícius, roja inexistente a Hugo duro. Es que Vinícius no nos entiende. En España si te pegan, te callas. Algo habrás hecho. Pero hay quien lo puede explicar mucho mejor que yo.

Ningún gran pintor, como ningún gran escritor, lo es por su dominio de la técnica; eso es lo de menos. Lo que hace grande a un artista es el conocimiento del alma humana. Observen esto, es España:

Ahí lo tienen. Un tipo que lo mismo jalea a Fernando VII después de habernos vendido que te saca una faca por haberle mirado mal. Ahí tienen Puerto Hurraco y «la pegué porque era mía». Ahí tienen la mirada de ilusión en un futuro peor. La confianza en que a uno lo saca de sus miserias la providencia o el vino. La cara de la envidia, el cainismo y la huida hacia adelante. La cara de la ignorancia. ¿Quieren otro ejemplo?

Da igual si en el original no estaban enterrados; es lo mismo si no está documentada como práctica real. El genio de Goya (como el de Velázquez) es pintar España, toda España, en un solo cuadro. Un país con potencial para llevarse de calle todos los parabienes del orbe, para ser mirado por envidia por todos, pero que nunca lo logrará porque nunca ha parado de odiarse a sí mismo. En una entrevista conjunta a Pérez-Reverte y Mortensen tras Alatriste, se les preguntó qué era ser español. «Saber perder», dijo uno de ellos. No es saber, es que te guste.

Vinícius, que el domingo en Mestalla volvió a llevar la falda muy corta, no entiende que en España cuando a uno le pegan, lo que tiene que hacer es bajar la cabeza. Uno no puede rebelarse, porque aquí somos más de ponernos de lado del verdugo, del terrorista y del traidor. Qué es eso de reclamar justicia. Vete a tu país.

Vinícius es un espejo para una nación donde la violencia se relativiza, donde se sanciona a la víctima y el ramalazo racista es mucho más fuerte de lo que nos atrevemos a reconocer. España no tiene solución.

Esta entrada debería haber sido para Llull y su enésimo milagro, debería haber sido un huequito de admiración para la penúltima gesta de un equipo que nunca se rinde. Un equipo que a estas horas es campeón de Europa de baloncesto y de fútbol. Un equipo odiado estrictamente por su excelencia, por mirar al frente, por saberse mejor. España es Salieri bendiciendo a los locos al final de Amadeus, proclamándose el santo patrón de los mediocres. Nuestro santo patrón.

P. S.: En la defensa de una tesis doctoral en la que se mencionaba el 11-S, las últimas palabras de un miembro del tribunal fueron para citar con arrobo a un trabajador de la reprografía de una escuela universitaria española en aquel 2001. Mientras veía en una pantalla la retransmisión en directo de los atentados, al parecer rebuznó: «Que se jodan».