si el buenérrimo de Melville no hubiera escrito Moby Dick.
Si no existiera Moby Dick (o tantas otras, pero no tantas) todos aquellos que insistimos en la pertinencia, en el menester de la lectura, seríamos unos farsantes.
Pero no lo somos porque el ser humano —la medida de todas las cosas— se hizo libro en toda su metafísica de salitre, en toda su épica de arpón y ataúd. En la historia del inmenso cachalote blanco hablan todos los que alguna vez hablaron.
No lea un libro, lea Moby Dick (y eso es, lo siento, cuanto me es dado decir).
Un agujero en cubierta para encajar la pierna buena
Sergio C. Yáñez nació en Madrid en 1977. Es Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, tiene un Máster Universitario en Política y Democracia y es Doctor en Arquitectura. También ha realizado un Máster en Edición. Ha colaborado con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y es profesor en el Aula Hospitalaria de la Unidad de Hematología y Oncología Pediátrica Blanca López-Ibor del Hospital Universitario Montepríncipe.
Es el autor de la novela La mano y del libro de relatos Púgil con bombín (ambos publicados por la editorial granadina Alhulia).
Ver todas las entradas de Sergio C. Yáñez