Yo quiero los problemas del cine español

Los profesionales del cine español hablan de su sempiterno problema, pero yo no veo problema alguno. Por miedo a sus diatribas, los administradores del dinero público tratan la industria cinematográfica como si fuera estatal. De alguna manera se ha instalado la idea de que el cine es de todos (como el dinero público) y que hay que apoyarlo y televisar sus galas y convertir en cuestión de Estado quién las presenta. Y pagarles las entradas que la gente no compra. Que no compramos. Y resulta que no, que el cine no es estatal. El arte contemporáneo, por mucho que caiga en la pedantería y la pose, no reclama algo parecido. Ni los zapateros. Ni los recolectores de frambuesas. Pero el cine sí.

Yo no entiendo muy bien las subvenciones al cine ni al sector del automóvil ni a la banca en un país en el que existen pensiones de 300 euros, pero no se hablará aquí de los 77 kilos que el cine recibió en 2016 porque ese es un terreno que fácilmente se despeña hacia la demagogia.

Lo que me gustaría pedir es una pequeñísima parte del problema del cine español cuando publique mi próximo libro. Una minigala en horario subóptimo, una minisubvención… no sé, un algo. Pero sobre todo que el Estado se plantee como propio mi asunto privado. Que lo vea como un objetivo de todos.

 

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