Por favor

¿Lo han notado? Está desapareciendo. Hoy me ha ocurrido dos veces: primero en un correo se me ordena: «Envíame el comentario». Unas horas después en otro se me conmina: «Cuando te responda házmelo saber». A sus órdenes, pienso yo.

Hace un tiempo yo también caí en criticar lo que podríamos llamar la manera inglesa: resultar terriblemente educado aunque por dentro uno esté sintiendo el mayor de los desprecios. Ese «How interesting!» que en realidad es un bostezo. Hoy, en cambio, cada vez envidio más la manera inglesa. Yo no me pongo en la calle con la esperanza de caerle bien al personal ni la menor necesidad de que el prójimo me resulte entrañable: yo lo que quiero es que todos seamos escrupulosamente educados. En igualdad de condiciones (tomemos por ejemplo el caso nada improbable en que le caiga a mi interlocutor como un cólico miserere) prefiero que me muestren la cortesía estricta que facilita el trato antes que el compadreo sin distancia de quien lleva treinta monedas de oro en el bolsillo.

Siendo así, ¿qué decir entonces de quien se permite el lujo de prescindir del por favor o el gracias, como si estuvieran hablando con Google o con su gato?

Tengo para mí que estos lisiados de la urbanidad son los mismos que luego van dando lecciones morales y emitiendo certificados de buenrollismo, pero a mí me hace replantearme mi posición contraria a la pena de muerte en mucha mayor medida un maleducado que cien asesinos en serie.